Algunas veces me ha tocado entrevistar personas para realizar una selección de personal. Ante mi han venido diversos tipos de profesionales. Algunos, de mayor edad, vienen con el sello estampado de ese sentimiento de nerviosismo que como sociedad hemos dejado caer sobre la experiencia, desmembrando edad y aprendizaje, trayectoria y formación, como si pudiésemos o fuésemos ciegos laborales. Otras veces, la juventud plena y carismática, me han hecho notar que la madurez emocional es vital para un hoy inconsistente, que no se deja formalizar, teorizar, analizar; y que por supuesto cambia irremediablemente.
Tengo la convicción de que la orientación por competencias, la validación de la actitud frente al cambio, la medición de la capacidad de visión en el mediano y largo plazo, el potencial firme para adecuarse rápidamente y entender escenarios complejos, y sobre todo, la experiencia en el manejo de la comunicación son criterios mucho más interesantes que sólo mirar la edad o inclusive el sexo de las personas.
Conversando con trabajadores, siempre he recibido la sabia enseñanza de una realidad aplastante.
El Perú hace años que ingresó en el espiral de competitividad que se necesita exigir en las empresas. Sin embargo, en términos generales, quienes seleccionamos personal, no creo que estemos satisfechos con el esfuerzo o la visión de carrera que se auto exigen los ciudadanos que se acercan a nuestros procesos. Mucho menos con la interacción que se genera en los equipos de trabajo, una vez incorporado el nuevo aporte humano. Siempre escucho que las grandes corporaciones son las que pueden contratar ese tipo de talento que todo lo supera y todo lo entiende sin mayor explicación.
Pero tengo la ligera sospecha de que no es así. Sin embargo, hay una diferencia fundamental. Las pequeñas o medianas, no desarrollan del todo las herramientas necesarias, y no analizan del todo, la motivación central del postulante, el trabajador y el aspirante interno que siempre quiere seguir desarrollándose. Es pocas palabras, probablemente sólo se orienten a buscar ventas, consolidar ingresos rentables, pero muy poco a tener el valor de apostar por el capital humano necesario para crecer hasta el cielo. Son pocas las empresas que apuestan por incrementar sueldos, definir perfiles, establecer flexibilidad y caminar poco a poco hacia un manejo más profesional del capital humano. Apuestan en firme para luego crecer en firme. Sólo nos falta a todos, revisar a quién queremos y si los ejemplos o experiencias cotidianas nos ayudan.
Se dice que los "chiquillos" sólo están de paso y los "viejos" ya están cansados. Bajo esa visión, estamos condenados. Y sólo me restaría decir: "el último que apague la luz". Necesitamos un enfoque triangular: empresa, personas, políticas educativas, sí claro. Pero también el cambio en los criterios de la demanda laboral para avanzar más rápido como país.
En los últimos días, encargado de la selección en una empresa que ha apostado por ese tipo de cambio profesional he notado estas sutiles diferencias y ausencias, en comparación con otras experiencias y por ello les dejo esta reflexión el día de hoy.
Espero les sea útil.
Por cierto cada escenario, tiene sus propias especificaciones y especializaciones.
¡Éxitos!
Sergio González
Director Ejecutivo
Overflow
http://www.overflow.pe
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